Francisco J. Díaz Quintana
Psicólogo Sanitario, Infantil-juvenil y Jurídico
Publicado en La Voz Del Sur: Sábado, 1 Julio 2017
– Hola Fran, mira, te he pedido cita porque me encuentro mal, llevo muchos días triste y no tengo ánimos para hacer nada, todo me cuesta un mundo… tengo la autoestima por los suelos, y necesito que me ayudes para subirla un poco.
– Perdona, subir… ¿Qué? ¿La autoestima?
– Claro, a lo mejor si tengo la autoestima un poco más alta me siento mejor… ¿no?
– Pues me vas a disculpar, pero no voy a engañarte, no puedo hacer semejante cosa, y en el caso que se pudiera hacer, no creo que te hiciera ningún bien…
– ¿Pero cómo que no? ¿No eres psicólogo? ¿No me vas a tratar la autoestima con lo bajita que la tengo?
– Lo siento, no puedo trabajar sobre cosas en las que no creo.
– ¡Pero bueno! ¿Y eso por qué?
– Verás…
La autoestima es el proceso de valoración de uno mismo. Digamos que es el punto estimado de la valía que uno se tiene. Y me pregunto… ¿Cómo es posible valorarse a uno mismo en global? ¡Con lo difícil y trabajoso que es conocerse a uno mismo! ¡Encima valorarse! Eso de estimarse normalmente lo hacemos en base a aspectos aislados. Si resulta que, en uno, dos o tres atributos que por alguna razón consideramos importantes, no nos parecen buenos, generalizamos injustamente y ya tengo la autoestima, de mi ser completo, baja. Pero vaya, esto es muy poco preciso, porque quizás los aspectos que no estemos valorando podrían ser tan o más decisivos para alcanzar la felicidad que aquellos con lo que nos machacamos a gusto.
Por otra parte… ¿quién decide que éste o aquél atributo son buenos, malos o regulares? ¡Es una apreciación totalmente subjetiva! Así encontramos a gente brillante en alguna destreza que no se vanagloria, porque sabe que hay o puede haber otros mejores que él, y en cambio podemos encontrarnos a personas menos brillantes que con todo convencimiento se sitúan en el escalón más alto de la virtud…
¿Auto-estimarse…? ¿Para qué?
En definitiva, ¿para qué vamos a necesitar de un atributo (la autoestima) que es tan impreciso, subjetivo y variable (hay quien se viste de Dios por la mañana y se acuesta hecho un Calimero)?
Este tramposo atributo hace creer a los que lo persiguen que tener una autoestima alta te hace estar más cerca de la felicidad, y si es baja serás un infeliz. Pero no es cierto, sobre todo lo primero. Vivir en clave de estimas propias, sean altas o bajas, te sitúa en un sinvivir de permanente comparativa, porque no olvidemos, si nos estimamos “altos” en algo es porque vemos a los demás peores que a nosotros. Así que habrá que andar pendiente de con quién nos cruzamos, porque de ellos y de lo que valgan (si nos superan o no en nuestra imaginaria escala de valía) dependerá nuestro valor comparativo y, por extensión, nuestras posibilidades de ser felices. ¡Esto es agotador! ¡Inútil! ¡Absurdo!
![](https://erytheia.es/wp-content/uploads/2017/07/cinta-metrica-1024x683.jpg)
Olvídense de la autoestima. No pierdan el tiempo valorándose y comparándose. Hagan otra cosa mucho más útil: ACÉPTENSE. Tal como son. Sin hacer algo tan estúpido como valorarse. La autoestima dice que serás feliz si te valoras positivamente; la aceptación dice que estás llamado a ser feliz por el simple hecho de existir, de saberte único e irrepetible, en tus características únicas. Acéptense, y si lo consiguen, si algo no se les da bien y desean cambiarlo, practiquen, entrenen, mejórense. Y si algo les sale bien, aprovéchenlo y disfrútenlo. Ya está, no hay más.